viernes, 19 de febrero de 2016

Ellas.



No veo mujeres felices. En sus miradas un brillo arenoso 
suplica a la noche que no vuelva.
Muchas viven en un holograma 
o enclaustradas en las formas de la TV.
Tienen tetas descomunales, perfectas y redondas, hechas de caucho.
Su abdomen es un tablero de grasa extraída.
Las mechas descoloridas de la cabeza 
son brillante imitación nórdica.
Clones del aullido de la moda.
Yo prefiero a las sórdidas aunque tengan un hueco en el alma
y su corazón sea una pasa seca. Sus besos son deliciosos, 
a qué negarlo.
Sus vaginas son el desagüe de su soledad y mi nido.
Sufro con ellas una completa desconexión de palabras
El tiempo nos corroe a ambos
y encajamos en el sexo como máquinas descompuestas.
Para una mujer que amé
yo sólo fui el galán de turno con quien estaba tirando.
Ella aún es mi sol negro.
La mujeres son el espejo donde pretendo hallar la sabiduría
pero el silencio que imponen a su rumor interior
me traslada a un imperio de acertijos.
Su amor es un papalote alérgico al viento.
El llanto femenino es un mar que no entiendo
y sus entrañas un paraíso que desconozco.
Sus cuerpos nutren mis tardes de agosto.
Perdido en su abismo, deliro la luz que nunca llega.
Ah la firmeza de su abrazo pagano !
Si amas a una mujer es sólo a esa. 
Si odias a una mujer las odias a todas.
La muerte nada soluciona, el ciclo es inconcluso,
Dios lo renueva con un parpadeo, su soplo me hela el corazón.
Sólo el fuego de una hembra lo reactiva aunque me chamusca la piel
y me instala en un socavón sin aire.
Su amor es también un espejismo de agua.
La vida no es más que un tumulto de cabos sueltos
y el olvido la única certeza que jamás existirá.
OH Divina embriaguez de la nada... Dónde estás?








sábado, 13 de febrero de 2016

Pronto...







                             Libro  de  relatos  urbanos