sábado, 7 de junio de 2014

Nosotros, Vosotros, Ellos...






En los días siguientes, después de haber visto a Mariana llorando y moqueando como una chiquilla por una frase cortante pero sin enojo, que él le había dicho, Rogelio estuvo ensimismado e impasible. La fragilidad humana volvía a producirle náuseas e indiferencia. Le daba asco tanto melodrama con que todos querían decir “estoy aquí, mírenme, denme algo de amor”. Y a la par, esta sensación hacía que todo el mundo le importara un bledo. Ya había decidido que nunca tendría ídolos ni héroes a los cuales admirar o seguir. Ni siquiera sus escritores preferidos o los músicos que tanto lo sorprendían con sus composiciones. Había concluido que esos seres superiores simplemente hacían uso de sus talentos de modo normal y que si descollaban sobre los demás era precisamente porque todo el resto no era más que una horda floja y quejumbrosa.



5 comentarios:

  1. En ocasiones, cuando nos acercamos demasiado a nuestros ídolos, se desvanece todo el encanto. Te mando un abrazo. Desde Murcia (España).

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  2. Nunca entendí la adoración a los ídolos, tal vez sea mejor así, un abrazo!

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  3. Cuánto tiempo sin visitarte, no importa el tiempo ni la distancia, lo que iporta es que cuando uno vuelve es como si nunca se hubiese ido. Estuve recreándome con tus escritos, sabes que me encantan, me haces pensar, ratoneas mi cabeza, ja ja ja. Muy bueno el asunto de los ídolos, la idolatría nació con el hombre mismo, ya en la prehistoria el hombre sintió necesidad de adorar a algo.
    Cariños, besos, y, muchos.

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  4. Debe leerse importa, me comí una letra, ja ja ja, engordé un poquito

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  5. Los ídolos bueno Mi marido un ser increible lo nombré mi idolo despues de su muerte
    Un escrito complejo No se si lo entendi bien
    un beso

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